Las aguas purificadas de los ríos
Degenerados por las ciudades terrestres
Los enormes gritos de los muertos que respiran aún
El sigiloso remedio de las caricias
Han encontrado a un niño sin infancia en la plaza de los monumentos
Días para nadie amanecidos con el devenir del tiempo incorruptible
Sus ojos miran hacia delante
Las lágrimas se guardan entre la lluvia montones de calles inundadas
El jardín se libera abandonado a los cuidados de las maquinas mutiladoras
Desquebrajados cementos de los cursos naturales
La desmoronada sonrisa de los cimientos abarcados de pasto
Palabras para nadie amanecidas sin infancia un niño permanece
Sus ojos miran hacia delante
El hambre y el frío
miércoles, 7 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)