viernes, 10 de abril de 2009

No era yo el que hablaba

No era yo el que hablaba
Con avidez de sabiduría
Nadie habitaba mi carne desgarrada
Que hechizó la noche con los ojos del silencio
Que ha muerto y seguirá renaciendo
Buscadora de placeres
austeros pretextos
Por los que se destierra al espíritu del cuerpo

Es esta voz la única imprecisa
derramada en fantasmas-palabras
Es esta y no es mía
y no puede ser en alguien
Pero aúlla incansable en los bosques humanos
Taladas las cabezas
Mente incalculable de posibilidades
y plena de conocimientos
Sangrando las horas no detiene
su misión obsoleta
y llena el día de pensamientos
y abre puentes delirantes
y de ceguera se deshace

No era yo el que hablaba
por los ojos del silencio
Sabré comunicarme
con el idioma que se observa
En quienes tienen un tesoro
en la mirada

No hay comentarios: