Una noche densa, aun más densa que el atardecer denso del mismo día.
Yo me arrojaba a las distantes palabras que hacían reír a mis compañeros de mesa.
Una anécdota menos precisa, que la justificación de la existencia de dios en la fe.
Se desprende de mi memoria como una gran historia que nunca viví.
Pero que importa ahora la veracidad de mis recuerdos cuando los otros solo quieren seguir riendo a costa de tantas falsías de las que los simpáticos somos culpables, por hacer honor a nuestro talento. Que alimenta el silencio, del que nadie quiere hacerse cargo en la mesa, ahora cuando ya las horas tomaron revancha en los vasos exhaustos.
Reflexiono
O la noche se inclina y se duplica o yo padezco el mal de los alcoholes.
miércoles, 10 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario