sábado, 29 de junio de 2013

El don de la naturaleza

I

El tiempo eco multiplicador de trasformaciones
Sobre su cuerpo el horizonte asoma
Línea perdida que los mares retoman

Ella no distingue el fruto de tallo
Y corta sin comprender el horror de sus actos
Todos los silencios que guarda
Enferman su cuerpo que no calla
Ella a quién sus ojos delatan
El muro que su conciencia abarca
Reclama el poder de ser mujer
Responsabilidad otorgada demasiado fácil
No basta con dar a luz para ser madre
Ella lo sabe pero no logra aceptar
El milagroso error de los dioses
Que no niegan la posibilidad de equivocarse
Ella ha conocido el espanto de las bestias
Que no pueden ser consideradas humanas
Y sin embrago los son para quiénes prefieren no ver
Sus propias profundidades desgarrantes
A ella a quien amo en el declinar de los campos
en la próxima tarde, en los ojos cerrados
en los años sellados, en el pleno adiós
Donde todo deja de lastimarse
A ella y no a otra
Quisiera comprenderla sin medida
En la tempestad del pensamiento

II

Deseo la claridad del viento
Sobre un cuarto en silencio
Ese pequeño disfraz del tiempo

Nos hace falta el momento irrepetible
La caricia sincera sobre un cuerpo dormido
El instrumento del alma
La mirada pura
Que abre ventanas

Nos hace falta una única vida
En repetidas auroras
La última noche para la cordial despedida
El perdón que es el don de la naturaleza
El reflejo del agua sobre otro reflejo
La montaña perdida que se hace llanura
La diminuta alegría que es belleza infinita
Superar la esperanza

20 de diciembre de 2012

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