viernes, 24 de julio de 2015

Algo es demasiado


Tu verdad es venganza innecesaria, y tu reino una ruina olvidada. En mi los días se dilatan porque todo lo que abrazo desvanece. Y se hace más lejana mi esperanza. Yo no quiero el delirio de la carne, cuando desarmo mis nociones nada queda para alimentarse. Todos aquí no prefieren esa muerte tan cercana. Y presumen sus conquistas ordinarias. Para qué quedarse con reflejos postergados si soñarse es mejor que estar iluminado. El espíritu es puro engaño, tu alma ya lo sabe. Eres nada desde siempre, tus ojos te delatan por la tarde.

La noche no puedo atraparme. Sobre vidrios cómo me puedo acostar. Todas las cosas no me hicieron tan mal. Pero tampoco me otorgaron el premio de la voluntad. Fueron rocas que la montaña desecha cuando hay que desechar. Las que en el sendero caen. Sombras nobles en la ladera mortal sueñan almas para engendrar nuevos cuerpos que debemos nombrar. La regla ajustada para medir el tiempo sideral. Espíritu de antigua sangre y algo más. Esa costumbre de pensar en gobiernos cuando nada hay por gobernar.

En la lejana tarde un suspiro me alimenta. En los ojos ya no hay nada porque algo es demasiado. Son muy lentos los que viajan por el tiempo calculable. De mi sombra solo surgen esferas suspendidas. Que no hablan lenguas conocidas. Venías a condenarme, no tengo yo jueces ni verdugos. En el día me hago de corazas para guerras ideales donde victoria y derrota son lo mismo. Pues cuando me encuentro frente a la montaña soy llanura impenetrable.


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