miércoles, 4 de marzo de 2009

De la noche me he desprendido

de la noche me he desprendido, la oscuridad no me gobierna más
sus dones tienen el encanto de los abismos, las caricias de la muerte

cuando estaba muriendo de soledad
llegó un ángel minucioso que desterró los destellos de locura
de mi mente abandonada, llegó con las palabras más puras
me entregó al día y en la tarde me dio los versos

de la noche me he desprendido, porque quíen permanece
en los nocturnos silencios evoca los fantasmas de otros tiempos
demonios suicidas, austeros desconsolados, almas caídas
que pretenden volver en otro cuerpo, que se arraigan al cuerpo

ahora estoy escribiendo la tarde, para sanar mis penas
heridas de la noche, de mi noche perpetua
por la que me he dejado perder sin resistencia
aventurado en las horas de las sombras detuve el tiempo
por el que no despertaba ya, ninguna simpatía

paralicé mi vida, en una imposible tarea me embarqué,
la de detener las horas inagotables
pero la marcha es impetuosa y el fluir interminable

yo que era un pequeño amanecido, pleno de miedos
yo que soñé los rostros riendo de mis queridos muertos
desperté con un ángel a mi lado, que mi mano tomaba
yo que no creía en los ángeles ( no se trata de creer)
que no creía en el amor, pues estaba detenido en un momento
de sosiego, que contenía el terror de la quietud imperturbable
peligrosos juegos de los que siempre resultas perdedor

he resurgido de la noche y ya no temo a sus dominios
el ángel al alejarse me dijo – no te abismes demasiado
yo siempre estaré a tu lado, pero no podré salvarte
porque ahora eres tú, tu propio ángel

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