martes, 10 de marzo de 2009

El temor

En la sumisión de andar por las noches
Como un ciego en las calles
Vive un dulce desvarío, que emana los dones
Suntuosidad de los talentos condenatorios

En los palacios dormidos el amor reposa
Vedado a los hombres por los dioses malditos
Cae la gota de sudor sobre otra piel empapada
Carne de todas las pasiones vecinas

El sexo se pudre a la hora del crepúsculo de la vida
Junto a los recuerdos de amores lejanos
Jamás encontrados
Y en los ojos se apaga el brillo con cada suspiro

Es el temor de las almas que engendra fantasmas
Espectros nítidos invaden las estaciones por las mañanas
Espectros borrosos vuelven en el convoy por las noches
Es el temor a la muerte que engendra gusanos en los vivos

Cuerpos condenados a permanecer sobre la carrillera
Una y otra vez van y vuelven vacíos de esqueleto y de espíritu
Cuerpos de carroña sin tumbas en donde poder ser
reducidos a huesos
Por los recién nacidos de putrefacción y repugnancia

En la sumisión de andar por las noches
Vedada a los hombres por los dioses malditos
Jamás encontrados
El temor a la vida engendra gusanos en los muertos

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