jueves, 30 de octubre de 2008

Que la luz se apague en mí

Que la luz se apague en mí de una vez por todas
Y que nada quede del tiempo en que fuimos
A decir verdad la vida es un juego perdido
Que algunos intentan ganar haciendo trampa

Poner en marcha esta ordinaria existencia
Para dar lugar a las horas del horror
Donde se desatan las formas de la destrucción
A lo largo de todos los pueblos concebidos

Nadie aprende de la herencia abierta en la yaga del pasado
Cuando las heridas eran ecos de la infamia humana
Pretendiendo dominar las almas entrelazadas
La libertad consumiendo el fuego de tu cuerpo acelerado
Hacia los paraísos en los confines del placer

Y la verdad en las calles cada instante nos recuerda nuestro error
La charlatanería desplegada en cada voz gasta palabras insignificantes
Que se entonan con gestos de importancia afirmando su verdad
La felicidad en primer lugar sobre la vida de los hombres
En su nombre se levantan las miserias y se caen los sistemas
diseñados en la conquista de su antídoto engañoso

Levanto mis ojos en busca de esos otros
y no pierdo la esperanza
La luz se apaga en mí de una vez por todas
Y nada queda del tiempo en que fuimos
A decir verdad la vida es un juego sin vencedores

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